martes, 15 de junio de 2010

Carrera

—Así que lo lograste. —dijo Juliana soltando la bicicleta. Octavio sonrió. Ambos caminaron de vuelta a la presa, se sentaron.

—Te lo dije, dije que a tu regreso yo sería lo que tú esperas. —expresó Octavio con suma felicidad.

Juliana sonrió irónicamente. Vio cómo se alzaba el sol sobre ellos. Era una mañana calurosa. El agua de la presa comenzaba a reflejar los rayos del sol. Se creó un espectáculo maravilloso.

—¿Cómo sabes qué es lo que espero? —preguntó Juliana sin dejar de mirar el agua.

—Me esperas a mí. —soltó Octavio mirando el rostro de Juliana, quería ver qué era lo que ella expresaría, una sonrisa o un gesto de desagrado.

El rostro de Juliana quedó impasible. Octavio se desconcertó.

—¿Qué sucede? ¿No es verdad? —preguntó el chico tratando de que su voz no transmitiera el miedo que sentía, ¿sería que Xavier por fin había eliminado todo recuerdo de su persona en Juliana?

—La verdad es que no lo sé. —confesó Juliana con una expresión más bien de confusión.

—¿Cómo no vas a saber? ¿No se supone que a eso te fuiste a Francia? ¿No te ayudaron los aires europeos? —reclamó Octavio herido.

Juliana esbozó una enorme sonrisa.

—No es tan sencillo como parece.

—¡Cómo no va a ser sencillo! Basta con que te eches un volado, ya sabes que yo soy el águila. —bromeó Octavio.

Juliana sonrió y eso logró que ambos se sintieran más tranquilos.

—¿A qué fuiste a mi fiesta? —preguntó entonces Juliana.

—Pues no sabía que era tu fiesta, me invitó mi amigo Samuel. —respondió Octavio.

—¿Samuel? Ya veo, cuando Xavier se entere que es tu amigo le dejará de hablar. —predijo ella.

—No tiene por qué enterarse, creo que Xavier no me vio, ni nadie, sólo tú…

—Te equivocas. —intervino Juliana. —León te vio.

—¿León? —preguntó Octavio con miedo. —¿Estás segura?

—Sí… ya estaba ebrio, pero ayer lo anduvo proclamando, ¿tanto te preocupa? —dijo Juliana con cierta diversión.

—No, para nada. —mintió Octavio y ambos rieron. —¿Entonces? —preguntó el chico retomando el tema.

—Entonces ¿qué? —desafió Juliana.

—¿Soy ahora lo que esperas?

—Ya te respondí esa pregunta, ¿no? —dijo Juliana poniéndose de pie.

—¿Eso es un ? —preguntó Octavio levantándose también.

—Eso es un no sé.

—Sabes bien que un no sé tiene más de un que de un no. —rebatió Octavio tomando su bicicleta.

—Sabes bien que un no sé también puede ser más un no que un . —dijo a su vez la chica subiéndose a su bici.

—¿Entonces es un no? —preguntó Octavio listo para empezar a andar en la bici.

—¡Es un no sé! —dijo Juliana en voz alta iniciando rápidamente la marcha en su bicicleta.

Octavio la siguió en la suya. Ambos recorrían las calles de Uzmati, estaban un poco alejados de sus propias casas, pero eso era lo magnífico de salir a pasear en bicicleta, siempre podías recorrer grandes distancias sintiendo la adrenalina en tu cuerpo en tan poco tiempo.

—¡JULIANA! —gritó Octavio con una enorme sonrisa sin bajar la velocidad.

—¿QUÉ? —dijo ella sin dejar de conducir, le ganaba por muy poco al chico.

—¡TE EXTRAÑÉ MUCHO! —gritó él.

Juliana no se detuvo, ni volteó, ni dijo nada. Octavio no esperó que ella lo hiciera, por eso no dejó de seguirla.

—¡JULIANA! —gritó él nuevamente.

Pero esta vez Juliana no le respondió. Quería dejarse llevar por la velocidad. Quería, firmemente, que ese aire que golpeaba su rostro amedrentara también sus pensamientos. No quería a Octavio. No quería a Octavio. Sólo era una triste y pesada costumbre. Pero realmente no lo quería. Eso se repetía con fuerza. Se veía a sí misma corriendo en la bicicleta junto a él, como en el pasado, y la canción Comme des enfantes de Coeur de pirate se le vino a la cabeza.

Entonces Octavio la rebasó y comenzó a cerrarle el paso con la bicicleta.

—¿Estás loco? ¡Me vas a tirar! —reclamó ella olvidándose de sus pensamientos.

—Detente. —pidió Octavio sin dejar de intervenirla.

—¡NO! —gritó ella y tomando más fuerzas volvió a tomar la delantera. Octavio sonrió para sí, así que, decidido, volvió a rebasarla obstaculizándole el camino.

—¡Detente! —volvió a pedir Octavio.

Juliana se sentía terriblemente emocionada. Notaba su agitada respiración y sus latidos a mil por hora debido al esfuerzo que estaba realizando. Pronto se sintió cansada, incapaz de seguir el ritmo de Octavio, así que accedió a su petición.

Se detuvo. Estaban en un campo desde el cual se veía todo el pueblo de Uzmati, Juliana logró ver su casa blanca, y a lo lejos, también se vislumbraba la casa de Octavio.

—Juliana. —dijo él dejando su bici también, lucía realmente exhausto, se acercó a ella.

—¿Qué? —preguntó ella retrocediendo.

—Espera… deja respiro. —pidió Octavio poniendo las manos en sus rodillas.

—¿Te cansaste? Ya estás anciano. —se burló Juliana sintiendo que ella se sentía mucho peor.

—Mira quién lo dice. —replicó Octavio.

Juliana volvió a tomar la bicicleta.

—Espera. —dijo una vez más el chico.

—¿Qué quieres? —preguntó Juliana tratando de sonar molesta.

Octavio se acercó a ella. La miró. Notó el ligero sudor que resbalaba por su rostro. Sintió quererla más que nunca. Estaba ahí. No era más un sueño. Era la realidad.

—¡¿Qué?! —preguntó Juliana con cierta desesperación, no toleraba que Octavio la mirara de esa manera.

—Te amo. —soltó Octavio y la abrazó fuertemente.

Juliana se quedó sorprendida. Tardó un poco en reaccionar. Una mezcla horrorosa de sentimientos comenzó a nacer en su interior. Ella no lo abrazó. Se quedó totalmente inmóvil. Octavio no esperaba que ella le correspondiera el abrazo, sólo quería abrazarla, sólo quería sentir de nuevo su cuerpo.

—Lo siento Octavio. —arguyó Juliana presa de confusión. —No puedo decir lo mismo.

Entonces Octavio la soltó. Notó que ella lucía realmente conmocionada. La chica tomó su bicicleta y se alejó sin decir una sola palabra. Él la siguió con la mirada y entonces sintió que la había perdido para siempre.

3 comentarios:

Betzabé dijo...

Aww :'( casi chillo.

Ya me actualicé. Haha dije "no inventes, ya me perdí como veinte capítulos" pero nah, sólo eran cinco. Prometo que ya no me vuelvo a atrasar, ahora estoy de zángana en mi casa y ya no tengo pretexto xD

Qué pelafustana Juliana. Con ganas de jalarle las orejas ¬¬

J. Andrés H. dijo...

Sí, kulerita la Juliana, jajajaja peor más que válido lo ke hizo, más ke preciso, más que fiel a Xavi, más que confuso... y regresando a las exposiciones de lo mío... a ELla le encanta Tieresen... y también a su novio, jajajajajaja.

J. Andrés H. dijo...

era pero y era Tiersen