El ambiente de la fiesta era realmente genial. Allí estaba toda la familia y los amigos de Juliana. Todos la felicitaban por su regreso a México, le pedían detalles sobre su viaje, la sacaban a bailar, se tomaban fotografías. Todos se sentían a gusto. En un momento en que se vio sola fue a buscar a Xavier, lo encontró dando instrucciones a un chico del sonido.
—¡AMOR! —gritó cuando lo vio para que su voz se escuchara sobre la música que llenaba el ambiente.
Xavier se acercó a ella, la besó y con voz alta le preguntó:
—¿TE ESTÁS DIVIRTIENDO?
—CLARO QUE SÍ, ¿TÚ SOLO PREPARASTE TODO? YA ME DIJERON QUE FUISTE EL DE LA IDEA, WAA, TE AMO. —respondió Juliana abrazando a Xavier.
Entonces el chico del sonido se acercó.
—MIRA, AMOR, TE PRESENTO A SAMUEL, ES UN AMIGO QUE CONOCÍ GRACIAS A MI PRIMA QUE ESTUDIA MEDICINA ¿TE ACUERDAS? ME AYUDÓ CON EL SONIDO. —dijo Xavier señalando a Samuel.
—MUCHO GUSTO. —sonrió Juliana. —GRACIAS POR HABER AYUDADO A MI NOVIO.
—DE NADA, UN PLACER. —respondió Samuel. Era la primera vez que veía a Juliana y le pareció muy simpática, vio el amor que se profesaba con Xavier y de pronto pensó que si algún día tenía novia la iba a querer tanto como su amigo quería a Juliana.
—¿QUÉ PASÓ? —preguntó Xavier.
—AH, NECESITO QUE VEAS ESTO… —comenzó Samuel caminando de nuevo al sonido.
Xavier le dio un beso a Juliana y siguió a Samuel. La chica iba detrás de ellos pero uno de sus primos la alcanzó para sacarla a bailar la melodía que iniciaba, Las Flores de Café Tacvba. Juliana se dejó envolver por la canción. Y al bailarla, mirando de lejos a Xavier, sintió que era realmente feliz. Hasta que la frase “…no dejes que la noche caiga, no dejes que el sol salga, sólo déjame estar junto a ti…” le hizo sentir una extraña emoción en el pecho.
No muy lejos de la fiesta Octavio trataba de comunicarse con Samuel, ya que había salido de su casa le pareció pertinente ir a la dichosa fiesta, sólo que como no había apuntado la dirección no sabía donde era. Ya llevaba varias veces marcado el número de Samuel hasta que se hartó. Se sentó en la banqueta a mirar el camino. Se sentía triste, pero no quería sentirse así, por eso de pronto había decidido ir a divertirse. Si regresaba a su casa aún se encontraría con Eliza y no quería enfrentarse de nuevo con ella. Su celular sonó.
—¿QUÉ PASÓ, OCTA? ¿VAS A VENIR O NO? —casi gritó Samuel y Octavio tuvo que separar el celular de su oído.
—PUES SÍ, POR ESO YA TE LLAMÉ MUCHAS VECES. —dijo Octavio lo más alto que pudo.
—PERDÓN OCTA, ES QUE CON LA MÚSICA NI SIENTO EL CEL… —se disculpó Samuel.
—SÍ, NO TE PREOCUPES, ¿DÓNDE DECÍAS QUE ES LA FIESTA?
—¿QUÉ NO LO APUNTASTE? NO ME ACUERDO DEL NOMBRE DE LA CALLE.
—SÍ, PERO ME SALÍ DE MI CASA SIN EL PAPEL, ¿DEVERAS NO SABES DÓNDE ES? —preguntó Octavio a punto de perder las esperanzas.
—HMM, ¿CONOCES A UN TAL AARON HORNER? —cuestionó Samuel.
—NO, PERO SU NOMBRE ES GRACIOSO. —se burló Octavio.
—SÍ, TIENES QUE CONOCERLO, IBA CONTIGO EN LA SECUNDARIA. —lo ubicó Samuel.
—¿CÓMO SABES?
—PUES CASI TODOS LOS DE AQUÍ FUERON A TU SECUNDARIA.
Octavio se quedó pensando. De pronto el corazón comenzó a latirle fuerte.
—¿ES EN SU CASA?
—SÍ, ¿YA LO UBICASTE? —preguntó Samuel.
—SÍ, LLEGO COMO EN DIEZ MINUTOS. —dijo Octavio colgando el celular. No podía creer lo que estaba pasando. Aaron Horner, amigo del primo de Juliana… probablemente… La sola idea que cruzó por su cabeza lo hizo ponerse de pie totalmente nervioso, reparó en su persona, iba aún con los jeans, la playera negra y sus converse rojos, pensó que no lucía mal. Casi corrió para llegar a la casa de Aaron, la cual, afortunadamente, estaba sólo a unos minutos de donde él se encontraba.
Pronto la vio. Notó también que era una fiesta grande, había muchos autos y mucha gente bailaba dentro y fuera de la casa, en el jardín. Quiso regresar, pero la idea que había tenido lo hizo detenerse, respiró hondamente y cruzó la puerta de entrada. Nadie notó su presencia y agradeció el hecho, porque si alguien lo reconocía seguramente lo sacarían a patadas. Buscó a Samuel con la mirada. Entonces vio que su amigo le hacía señales desde el lado del sonido. Se dirigió hacia ahí.
Samuel al notar a su amigo decidió poner música tranquila para que pudieran charlar sin gritarse.
—Pensé que no llegabas. —inició Samuel saludándolo.
—Pues ya llegué, sólo por lo que me prometiste. —bromeó Octavio.
Samuel recordando su promesa le dijo:
—Claro, ya sabes que yo sí cumplo, anda fíjate en la que tú quieras y yo te la presento.
—Vale. —respondió Octavio paseando su mirada entre los invitados. Entonces se volteó súbitamente.
—¿Qué te pasa? —se rió Samuel.
—Allí está Ronaldo Olivo, ese tipo me trae ganas.
—Jajaja, ¿en serio?, pero sí es bien buena onda el sujeto.
Octavio entonces comenzó a sentirse estúpido, sólo a él se le ocurría entrar a una fiesta donde la mayoría de los invitados no lo querían. Era obvio que ahí estaba toda la familia de Juliana, porque resultaba que era la fiesta de Juliana. Ronaldo era el primo de Juliana y lo odiaba desde la primera vez que anduvo con su prima, eso tenía ya casi nueve años. Un odio de años no se quitaba fácil. De verdad se sintió estúpido y decidió irse.
—Voy a buscar chicas por acá, si encuentro una que me guste vengo a decirte. —mintió a Samuel. Su amigo asintió con la cabeza y regresó al sonido.
Octavio comenzó a caminar con la cabeza gacha para que nadie lo percibiera, de todos modos había tanta gente que su presencia no se notaba. Nunca creyó que la puerta de la casa estuviera tan lejos, le faltaban sólo algunos pasos para alcanzarla cuando escuchó la voz que venía oyendo en su cabeza desde hacía tantos años… Juliana…
Volteó por instinto, allí estaba ella, lucía tan preciosa como siempre, el vestido rojo le hacía resaltar el color de su piel, y su cabello, tan radiante. Octavio se quedó inmóvil, viéndola. Ella no había reparado en su existencia, platicaba animadamente con una copa de vino en la mano. El corazón de Octavio comenzó a latir tan fuerte que de pronto sintió que tenía más volumen que la misma música. Entonces alguien puso una mano en su hombro. Octavio saltó del susto.
—¿Ya la encontraste? —preguntó Samuel riéndose del salto de Octavio.
—Sí… —respondió el chico tratando de recuperarse. —Me gusta ella. —Y señaló a Juliana.
Samuel vio a la chica y luego con risas le dijo:
—No es posible, ¿cómo te puedes fijar en la única que tiene novio? No te la puedo presentar, es novia de mi amigo Xavier.
Octavio no dijo más. Quería que ese momento durara por siempre, que nadie notara su presencia y él pudiera seguir mirando a Juliana. No escuchaba los argumentos de Samuel. Recordó que tenía que irse… y entonces Juliana, desde su lugar, volteó instintivamente hacia Octavio… Sus ojos se encontraron y, por inercia, la chica dejó caer la copa de vino que sostenía.
1 comentarios:
Jesúuuuus!!!! xD Me dejas a medias!! Yo creí que ya ibas a contar qué pasa cuando se ven ¬¬
No-in-ven-tes! O sea... o seaaa!!!!
Ash. Ya quiero el otro capítulo xD Opino que Octavio vaya, la bese y le diga "llámame, baby" :D O algo parecido.
Bueno, me voy con mis traumas a otro lado.
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