martes, 18 de mayo de 2010

Vestido

El avión llegó de París a las seis de la tarde. La chica esperó pacientemente en el aeropuerto a que alguien fuera a recogerla. No tenía ninguna prisa. Estaba feliz de estar en México. Miraba a la gente que se aglomeraba en la sala de espera, muchas despedidas y reencuentros. ¿Qué sentiría ella cuando viera llegar a Xavier? Tenía un año sin abrazarlo, sin besarlo. ¿Ese año en París realmente había sido útil para poner en orden sus sentimientos?

De pronto unas manos le cubrieron los ojos.

—Adivina ¿quién soy? —dijo una voz inconfundible.

—Un príncipe. —sonrió Juliana siguiendo el juego.

—No… creo que no, tienes otra oportunidad.

—Un sapo que si beso será un príncipe. —dijo Juliana tocando las manos que le cubrían los ojos, también esas manos eran inconfundibles.

—Ya te estás acercando… pero no soy un sapo, tienes una última oportunidad. —dijo la voz dejando oír una sonrisa.

—¡Ah ya sé! Eres un Xavier que si beso se convertirá en mi príncipe. —soltó Juliana y entonces las manos la dejaron de cubrir.

—Adivinaste. —contestó Xavier poniéndose frente de ella.

Juliana lo abrazó efusivamente. Ahí estaba Xavier, tan simpático como siempre, el cabello lo tenía crecido y lacio, olía a su mismo perfume y lucía contento. Y ahí estaba también Juliana, con el tono de piel un poco más claro, la mirada coqueta, el cuerpo delgado y firme. Xavier la abrazó con fuerza.

—¿Quieres ser mi novia? —le preguntó Xavier al oído sin dejar de abrazarla.

—¿Tan pronto me preguntas? Déjame llegar al menos a mi casa… —bromeó Juliana mirándolo a los ojos.

—¡No! —exclamó Xavier atrayéndola hacia sí. —Dime aquí y ahora… este año sin ti ha sido horrible… quiero volver a andar contigo…

Juliana sonrió. Volvió a colocar sus ojos frente a los de él. Y luego, lentamente, acercó sus labios. Lo besó. Xavier podía sentir en su boca el cálido aliento de ella. Estaba realmente emocionado de estar besándola, de nuevo, después de doce largos meses de agonía.

—¿Sí o no? —preguntó él un tanto anonadado por el beso. —Ya soy tu príncipe.

—Claro que sí, mi vida. —respondió Juliana volviéndolo a abrazar. —Te extrañé mucho.

Después de algunos besos y abrazos más, ambos caminaron hacia el automóvil. Antes de subir al carro Xavier le dio un enorme arreglo floral a Juliana y ella volvió a besarlo.

—Vayamos al departamento. —sugirió Juliana presa de su emoción por sentir en sus labios los labios de Xavier, y por sentir las manos de él recorriéndole la espalda.

Xavier sonrió, la abrazó fuertemente y luego, contrario a sus deseos, rechazó la sugerencia.

—Tus padres te esperan, amor, regresemos a Uzmati.

Juliana accedió y abordaron el automóvil. En el camino fueron hablando de varias cosas. Primero Xavier le pidió detalles sobre su estancia en París, era cierto que se habían mantenido comunicados pero no es lo mismo leer las historias que escucharlas de los mismos labios de quien las vivió. Así Juliana hizo referencia de su francés, de los pormenores que su beca había tenido, los amigos que había hecho, los beaus hommes que había conocido, los lugares que había visitado…

—…y entonces Xav, cuando me vi parada en la torre Eiffel fui tan feliz que me puse a llorar, porque me di cuenta que estaba sola, era feliz y estaba sola… me sentí egoísta, te extrañé más que nunca en toda mi vida… y extrañé a mis padres, y no me lo vas a creer pero… —Juliana calló de golpe, estaba a punto de decir “pensé en Octavio”.

—Pero ¿qué?

—Pero… quise regresar a México. —se apresuró a responder.

—Bueno, ya estás en México lindo y querido… —comenzó a entonar Xavier acariciando con una de sus manos el rostro de Juliana, ella continuó con la canción…

—…si muero lejos de ti, que digan que estoy perdido y que me traigan a ti… —Juliana sonrió. —¿Y tú? ¿Qué me cuentas? ¿Cómo sigues en la carrera?

—Voy muy bien, ya sabes, sólo este año y ya nos graduamos los dos, ¿cómo lo vamos a celebrar? —preguntó Xavier.

—Hmm, no sé, hay que pensar en algo bueno.

Una hora después estaban en Uzmati. Llegaron a casa de Juliana, pero no había nadie, sólo habían dejado una nota en la mesa:

¡JULIANA! ¡BIENVENIDA A CASA! ¡VE A TU HABITACIÓN Y PONTE EL VESTIDO QUE TE COMPRAMOS!

—¿Qué significa esto? ¿No que me estaban esperando? —preguntó la chica corriendo hasta su cuarto.

—No lo sé amor —contestó Xavier siguiéndola.

En la cama de Juliana había un hermoso vestido rojo, su color favorito. Juliana lo tomó y miró inquisitiva a Xavier.

—Tú sabes algo, ¡dime!

—Jajaja, no sé nada Juliana, anda, ponte el vestido, te espero abajo. —dijo Xavier cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

Juliana se bañó. Luego tomó el tiempo necesario para arreglarse, quién sabe quién le había comprado el vestido, pero le quedaba a la perfección. Era rojo, con detalles azul marino. Lucía preciosa. Notó también que le habían comprado zapatillas. Unas que también eran muy bonitas. Se acomodó el cabello recogiéndolo con unos prendedores y dejó que le cayera sobre los hombros. Lucía perfecta.

Bajó a la sala. Juliana vio que Xavier también se había arreglado.

—Ya dime a dónde vamos. —dijo Juliana parándose frente a él.

Xavier la miró… sus pupilas se dilataron… la tomó por la cintura y le dio un largo beso.

—Eres hermosa. —le dijo luego de besarla.

Juliana sonrió. También Xavier lucía muy guapo.

—Vámonos Madame. —dijo Xavier tomándola de la mano.

D’accord Monsieur, aunque no me diga a dónde.

Ambos salieron de la casa y volvieron a subirse al automóvil. Juliana no preguntó más a dónde se dirigían, dejó que su novio la guiara a través de las calles de Uzmati. La noche había caído y el cielo estaba moteado de estrellas. Recordó el último año de su vida, viviendo lejos de su hogar, mirando ese mismo cielo que había lucido tan distinto. Volteó a ver a Xavier, notó que sus facciones habían cambiado un poco, se veía más maduro y responsable que antes. Recordó los motivos por los que había aceptado la beca a Francia… le dolió el corazón…

Xavier detuvo el auto. Le abrió la puerta a Juliana. La volvió a besar. Caminaron hacia una casa que lucía solitaria. Era la casa del amigo Aaron. Juliana comenzó a pensar que tal vez Xavier había decidido pedir prestada la casa a su amigo para estar solo con ella. La idea la hizo sonrojarse. Xavier sacó la llave de la puerta principal, Juliana le dio un beso en la mejilla mientras él abría la puerta.

Él sonrió. Empujó la puerta. Juliana entró primero y…

¡SORPRESA!

…gritaron todos.

2 comentarios:

Betzabé dijo...

O.O!!!

Jajaja y ésta pensando pura porquería xD Ash... ¿qué habría hecho Xavier si ella le hubiese dicho que había pensado en Octavio? igual ya ni la llevaba a la fiesta... quién sabe...

Awww me gustó :D Yaaaa tú publicas cada que hay cambio de estación, mujer, ¿crees que eso es divertido? ¡Pues no!

Ya me voy. Espero el próximo!

Betzabé dijo...

Oh, de verdad, me emoioné con lo de Juliana y se me olvido decir que OH POR DIOOOOOOOOOOS Lo va a ver!!! Lo va a ver!!!! Lo va a veeeer!!!!

¿Y qué cara van a poner los dos? ¿Y qué cara va poner Xavieeeer?

Ay, Jesús de Veracruz...